Imaginen un abuelito, de esos que ven por la calle, de 65 años, cuerpo muy delgado y muy cansado, cabello y bigote gris.
Se imaginan que ese abuelito que ven en la calle podía esconder una personalidad como la que revela su informe psiquiátrico: sadismo, masoquismo, castración y autocastración, exhibicionismo, voyeurismo, pedofilia, homosexualidad, coprofagia, fetichismo y canibalismo.